martes, 15 de octubre de 2024

Santa Teresita del Niño Jesús

 




El amor todo lo puede: las cosas más imposibles no le parecen difíciles. Jesús no mira tanto la grandeza de las obras, ni siquiera su dificultad, sino el amor con que tales obras se hacen.                                                                        

Hay que agotar todos los esfuerzos antes de quejarse.

Santo Ángel de mi Guarda, cúbreme siempre con tus alas, para que nunca tenga la desgracia de ofender a Jesús.

El amor a nuestro prójimo consiste en tres cosas: desear el mayor bien a todos, hacer lo bueno que podamos, cuando podamos y soportar y perdonar las faltas ajenas.

Yo nunca aconsejo nada a nadie sin haberme encomendado a la Virgen Santísima. Ella es la que hace que las palabras que digo tengan eficacia en los que las escuchan.

La Santísima Virgen me demuestra que nunca deja de protegerme. Enseguida que la invoco, tanto si me sobreviene una inquietud cualquiera, un apuro, inmediatamente recurro a ella, y siempre se hace cargo de mis intereses como la más tierna de las Madres.

Se sabe muy bien que la Santísima Virgen es la Reina del Cielo y de la Tierra, pero es más Madre que Reina.


Para que una hija pueda a su madre querer,
es necesario que ésta sepa llorar con ella,
que con ella comparta sus penas y dolores.
¡Oh dulce Reina mía!, cuántas y amargas lágrimas
lloraste en el destierro para ganar mi corazón.
¡Oh Reina! Meditando tu vida tal como describe el Evangelio,
yo me atrevo a mirarte y hasta a acercarme a ti.
No me cuesta creer que soy tu hija, cuando veo que mueres,
cuando veo que sufres como yo.


Santa Teresita del Niño Jesús








El Encuentro

Este sueño fue la madrugada del 14 de octubre de 2024, creería que tipo 5:00 a.m. o 5:30 a.m. Había momentos en los que pensé que me encontraba en casa, pero otros ratos desconocía el lugar. Cuando entramos con mi hermana como en la cocina que es de nuestra casa, estaba una señora alta a mano derecha, esbelta y vestida muy elegantemente con ropa pegada, un pantalón y un bléiser corto de azul oscuro o negro, no sabría diferenciar entre el color. 

Tenía una camándula entrelazada en su mano derecha y estaba predicando sobre la oración del rosario, que por cierto había muchas personas sentadas en las bancas muy atentas escuchándola. Aunque no entramos precisamente a escuchar la charla, fue inevitable pasar por desapercibida tan magnifica charla, entramos al lugar sí, pero como a sacar algo y nos dirigíamos a la habitación donde dormimos a otra pieza, pero antes de que nos saliéramos su con voz potente mencionó: -" el rosario es la única manera para sanar historias" y ahí me llamó la atención porque en mi corazón se hizo un vuelco, en verdad que es la parte que más me marcó y la recuerdo perfectamente, pero seguía medianamente distraída, hasta que dijo la señora de nuevo: - "sino que lo diga Ximena, que no creía... y ahora está mejor". Y fue entonces donde regresé a mirarla, y se me aguaron los ojos, porque en mis adentros dije y ella como sabía lo de mi hermana. 

Ella desde hace ya varios meses estaba lidiando con una ruptura amorosa que le dejó grandes secuelas, y a pesar de que es una chica de fe, de misa, oración y comunión frecuente, el vacío aún persistía, había algo más que le faltaba por incluir a su vida espiritual y si, en efecto fue el rezo diario del Santo Rosario como lo acababa de mencionar la señora o dicho de una mejor manera, lo había dicho la Santísima Virgen María. 

Mi hermana se dirigió ante el público y contó su testimonio, es decir la experiencia que tuvo en compañía de María a través de sus ojos, contemplando la vida de su hijo Jesucristo, pero no estuve presente porque tuve que salir de inmediato del recinto. Después de su relato, mi hermana llegó a la habitación y le pregunté qué ¿cómo le había acabado de ir?, su respuesta fue corta, menciono que había contado su historia personal y ya. 

Finalmente, después de semejante asombro, decidí ir en prontitud en busca de María, volví a la cocina y la miré, estaba de pie, de espaldas y estaba comiendo algo. Me acerqué y le pregunté a un muchacho por ella o que le dijera que, si podría atenderme más tarde, pues se encontraba un poco más cerca de mí. Su respuesta rápida fue, -"mírela allá, está comiendo, pero igual le diré..."

Él estaba sentado en el piso, comiendo y de espaldas, era el mismo Jesús porque era el hijo de la señora, o es decir de María. No lo miré cuando regresó, pero escuché el recado que ella me había mandado, que estaba comiendo, y que me atendía que la esperara un momento. A decir verdad, me gustaría recordar todas sus indicaciones, pero lo olvidé por completo, solo recuerdo una hoja y unas cuantas líneas escritas en computados, impresas de hecho y apenas logro ver una letra E, pero puedo asegurar que su trato fue muy amable, con una sensación incomparable de paz y tranquilidad. No fue necesario que le dijera o mencionara mi situación, ella ya la conocía al pie de la letra, y por eso la espontaneidad de sus consejos, no recuerdo nuestra despedida pero me acerque de nuevo al joven que seguía en la misma postura, tenía el pelo como largo pero no tan largo, un tanto ondulado y de color castaño claro pero y me dijo: -"te voy a regalar ésta manilla y reconozcamos a quienes están aquí", mencionó como cuatro santos, pero solo conocí a dos de ellos, las dos imágenes pequeñas eran la del Sagrado Corazón y a Santa Teresita del Niño Jesús. Puedo decir que en el sueño estaba la señora como María, el joven como Jesús y otra niña pequeña, supongo que era Santa Teresita, eran los invitados. A la niña no la miré mucho, solo un par de veces. 

Fue tan rápido el sueño que faltaban unos cuantos minutos para la hora sexta, era la 5:51 a.m.





Santa Teresita del Niño Jesús

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